Quizá me lo parezca, pero creo que Bruce está cantando mejor que en toda su carrera. Basta con escuchar los tres primeros cortes ("Afterglow of Ragnarok", "Many doors to hell" y "Rain on the graves") para confirmarlo. Además, también se comprueba cómo el papel de Dickinson en los temas de la última etapa de Maiden es fundamental. Los tintes progresivos, las melodías, las dobles guitarras y la elegancia hacen acto de presencia en cada uno de los cortes mencionados.
"Resurrection men" tiene un aire distinto con una producción más repleta de matices sonoros y recuerda bastante a los Maiden de Brave new world. "Fingers in the wound" es un medio tiempo con la experimentación sonora adecuada, pero sin que le falte pegada en el estribillo. La versión de "Eternity has failed" está a la altura de las circunstancias. "Mistress of mercy" es uno de los temas más cañeros del disco y tiene un aire de los 80 que se echaba bastante de menos. "Face in the mirror" es una especie de balada poderosa que muestra la parte más sensible de Dickinson.
"Shadow of the gods" son más de siete minutos de demostración constante de cómo el rock progresivo es uno de los géneros favoritos de Bruce. Está compuesto como una pieza clásica de la NWOBH y lo tiene todo para ser uno de los momentos álgidos de la próxima gira del cantante. La definitiva "Sonata (Inmortal beloved)" son nueve minutos de energía y un magnífico broche de oro al disco.
Siempre dejó claro el vocalista que sus discos en solitario no repiten el molde de Maiden. En este caso, cualquiera de los temas habría encajado en uno de los álbumes de la mencionada banda. El resultado es brillante sin caer en lo fácil. Todo un reto superado.
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