Como bien se indica, solo el Paseo de Gracia parece seguir manteniendo esa esencia de la Barcelona de antes de las Olimpíadas. Lo demás, es un escenario repleto de bañadores, chanclas, zumos de frutas y cervezas escondidas en alcantarillas por el pakistaní de turno.
Por ello, el Loco repasa los libros, las películas, los puntos estratégicos y los bares que pasaron a mejor vida con la llegada de la apisonadora del 92. Y lo hace en lo que se puede considerar un inmenso flashback que le devuelve a su infancia en el Clot, a sus trapicheos en la universidad y a sus primeros amores. Aunque hay algunas pinceladas de sus inclinaciones musicales, la historia que se narra es más la de José María que la de Loquillo.
Teniendo en cuenta que se trata de un personaje al que muchos tildan de fascista, confirmando así que los fascistas son los que ponen la diana sobre aquellos que no piensan como ellos ordenan, de anticuado y de todo lo que les apetece, el libro se convierte en un sincero puñetazo en la cara de los mediocres que prefieren esta Barcelona de plástico a la que levantaron los inmigrantes provenientes de toda España convirtiendo Barcino en la gran ciudad que es hoy. Exquisita lectura para conocer un pasado que nunca volverá.
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