Arranca la fiesta con "Aullando en el desierto", un corte que suena a los Rolling al 100 % y que tiene los elementos clásicos de la banda: energía, buen estribillo y una gran letra. "No pain, no gain" tiene un riff vacilón que nos lleva directamente al espectro sonoro de los Burning e incluso de los primeros Aerosmith. Enormes los coros y el propio desarrollo de la canción. Clase y elegancia al 100 %.
"Mis ojos" es un medio tiempo tan clásico al que se incorpora una base de teclados que le da una pincelada más que interesante. Es cierto que se nota bastante la influencia del pop, pero ¿por qué el grupo no va a tener cortes más comerciales para dar el salto definitivo? "Acantilados" es lo que todos esperamos de Los Zigarros: Ovidi en plenitud, la guitarra de Álvaro a tope, el bajo asesino de Nacho y el metrónomo de Adrián. Un tema perfecto de rock.
"Barcelona" es la joya de la corona. Ovidi la toca al piano mutando en Axl o Freddie Mercury en una apuesta por el rock progresivo que les ha quedado perfecta. La influencia de los 70 está más patente que nunca y también esas ganas por diferenciarse. La parte central es un derroche de clase. Imprescindible.
"Cómo quisiera" tiene un fraseo blues que se convierte casi en una canción de autor con una melodía distinta y repleta de matices. Otra letra marca de la casa. "Casarme contigo" es otro de esos cortes que se esperan de la banda en la que el rock americano hace acto de presencia. El descaro, la escasa vergüenza y las ganas de agradar son los ingredientes de una canción que no tardarás en cantar. "100 000 bolas de cristal" comienza a lo "Radio Ga Ga" de Queen, pero poco a poco va adquiriendo su propia personalidad gracias a matices sonoros originales que terminan por convencer a la primera.
"Por fin" cuenta con una melodía al piano que nos recuerda al mejor Elton John. Especial atención nos merece la letra y también la actitud del grupo. Otra vez resuena el eco de los Stones y la canción gana muchísimo con varias escuchas. "Rock rápido" es el tercer tema que rescata el sonido más clásico de la banda, su riff a lo AC/DC va de la mano de unos coros que acompañan la voz de Ovidi. No podrás evitar mover los pies en cuanto al escuches. "El monstruo" tira de teclados sesenteros al comenzar y Ovidi va marcando el tiempo de la melodía con su maestría. Nos recuerda a la Creedence y también a los primeros discos de Bowie. Gran esfuerzo compositivo y espléndido resultado.
Quien no arriesga no gana. La primera opción era seguir con lo mismo. La segunda, evolucionar y enriquecer su música. Quédate con la que prefieras, pero este disco no tardará mucho en convertirse en uno de los más importantes de la carrera del grupo. En la gira que viene lo demostrarán con creces.
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