Había ganas de ver ya este documental, o esta película si prefieres el término, sobre la figura de Phil Lynott. Descubre ya qué pensamos al respecto de una cinta que no te dejará indiferente.
Y no lo hará porque salvo Darren Wharton, Eric Bell y Scott Gorham, del resto de los que estuvieron en Thin Lizzy no aparece ni uno. Al menos estos tres no dudan en recordar sus viejos tiempos. También aparecen Huey Lewis y James Hetfield, pero de forma muy testimonial.
Es entonces cuando te das cuenta que el proyecto no es un documental encargado de glosar lo que hizo Phil, sino casi el traslado a la pantalla del libro Cowboy Song de Graeme Thomson. Es cierto que aparecen las hijas de Phil y su hermano, pero se evita la hagiografía y el panegírico gratuitos.
Las imágenes de archivo son impresionantes, especialmente las de The Black Eagles. Lo mejor es que se trasmite muy bien la pena que provocó la no tan inesperada muerte de un tipo que podría haberse reinventado y seguir adelante. Lo peor es que, como siempre pasa con Lynott, te quedas con ganas de muchísimo más (y eso que dura dos horas).
La melancolía, el recuerdo a la figura de un músico irrepetible y el repaso a los lugares más importantes de su vida provocan que una furtiva lágrima empape tus ojos mientras lo ves. Siempre Lynott y siempre Thin Lizzy.
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