Así lo hice y en menos de una semana he podido terminarlo. Está perfectamente editado, tiene más de 300 páginas e incluye dos partes con fotos a todo color de la infancia de Rob, pero que tampoco son demasiado especiales que digamos. En lo que respecta al texto, pues me he llevado una gran desilusión.
Esperaba que se combinase su vida con la grabación de cada disco y es así, pero faltan anécdotas, curiosidades y jugo. En su lugar, se nos narra la historia de un homosexual atormentado, drogadicto, egoísta y no siempre acertado en sus decisiones. Entendemos que el libro es casi una confesión pública de sus pecados, pero que no deja de ser una mirada intensa a su propio ombligo en la que parece que el chico pobre de Wallsall se vanagloria de tener tantas casas por el mundo y de haber ganado tanto dinero.
Es uno de esos baños de realidad en los que te das cuenta de que lo se hace en un escenario no deja de ser una actuación. Una pena ya que de lo que interesa habla a la ligera, y de lo que no interesa (su vida sexual) se explaya durante páginas. Este quiero y no puedo quizá haya sido de las memorias de leyendas del rock más decepcionantes. No todo puede hacerlo bien.
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