Interludio
Una melodía que recuerda a algunos cortes de Extremoduro comienza a entrarte en la cabeza poco a poco hasta que el corte revienta. Se echa en falta algo más de leña, pero la pincelada del violín es bastante acertada. Buen comienzo.
Primer movimiento: Después de la catarsis
Es el corte que más suena a Extremoduro y que mejor habría encajado en el disco de hace 12 años. Sorprende por su energía y por una estructura progresiva que llega casi a los 9 minutos de duración. Incluye pasajes bastante acertados. ¿Falta Uoho? Pues sí, pero la banda se sale.
Segundo movimiento: Mierda de filosofía
Nos parece un buen single, pero no termina de encajar con el resto.
Tercer movimiento: Un instante de luz
Es otro de los temas más potentes del disco. Más de 10 minutos de odisea sonora con toques frescos al rock castúo de siempre. Los diversos matices sonoros son dignos de ser paladeados. Sin duda, habría encajado a la perfección en cualquier disco de Extremoduro. Imprescindible.
Cuarto movimiento: Yo no soy el dueño de mis emociones
Sigue la melodía de violín siendo omnipresente y perfilando cada estrofa de manera acertada. El ritmo es incansable llegando a ser, en algunos momentos, hasta agotador. Un digno ejercicio de rock que supone un complemento ideal al resto de la obra.
Coda feliz
Complemento agitanado de lo más eficaz para dejarnos un buen sabor de boca.
El disco bien podría haber sido publicado por Extremoduro, pero no ha sido así por los motivos que sean. No sabemos si el cambio de marca afectará al resultado comercial del disco o no. Lo que sí tenemos claro es que Robe sigue a lo suyo y que tiene bastante claro cuál es su camino musical. De ti depende confiar en su nueva propuesta o no.
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