Rush decidieron, esperemos que de forma temporal, confirmar, de forma implícita, que iban a dejar de hacer grandes giras allá por 2015. En este año que ahora termina hemos constatado que la decisión parece ser firme y que Neil Peart, el que parece ser el primer pilar de esta idea, sigue en sus trece por todo el sufrimiento que le supone tocar tres horas al día un repertorio más que exigente.
Alex Lifeson también padece problemas que podrían impedirle tocar correctamente la guitarra en breve. Geddy Lee sigue apostando por seguir adelante aunque entiende las antedichas circunstancias. En este documental se nos lleva de viaje con la banda y conocemos de primera mano las opiniones de los tres músicos.
Pero las cuatro décadas de historia de la banda no podrían haber sido posibles sin la participación de los fans. En este documento se escuchan emotivas opiniones de personas que les han visto en directo más de cien veces. Un fan de Argentina, otro escocés con una dura historia personal, un apasionado coleccionista y, en definitiva, todos los que lloran al final del último concierto son los huesos del esqueleto de la banda.
Y es precisamente al final de este espléndido documental cuando comenzamos a darnos cuenta de que esto parece haberse terminado. El cierre de la puerta del camerino del grupo al final de la cinta es el punto final a cuarenta años del mejor rock, a décadas de un seminal metal progresivo, a una excelencia musical a la altura de muy pocos y a la banda más importante de la historia del rock canadiense y, posiblemente, del planeta. Lee sigue siendo optimista de cara a que se puedan grabar algunas canciones. Los fans españoles ya perdimos toda esperanza de verles en directo. Los seguidores de Rush podrán encontrar un perfecto paño de lágrimas en este emotivo documental que está a la altura de la banda en todos los sentidos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario